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Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (y 13)

Texto mensual para reflexionar sobre el tema del Centenario “Carlos de Foucauld – al encuentro del otro”.....                                                                                      

1º de Diciembre de 2016 :





“el primero de diciembre de 1916, primer viernes de mes, a la caída de la noche, muere el hermano Carlos, “violenta y dolorosamente asesinado”.

Está solo en casa, cuando uno de sus amigos tuaregs lo llama afuera: ha llegado el correo. Se le prende y los veinte hombres que han rodeado sin ruido el fortín penetran en el interior, habían formado el plan de saquear el bordj y de tomar al hermano Carlos como rehén, y el golpe les resulta muy bien, Él espera ser conducido, con los brazos detrás y la muñeca atada a los talones, con guías de camellos. Calla, mira delante de sí y se mantiene inmóvil. Ha sido confiado a la custodia de un muchacho de quince años, que está firme delante de él, fusil en mano, mientras los otros llevan a cabo el saqueo. Pero alguien grita: “¡dos meharistas que llegan!”. Estallan unos tiros de fusil. El joven guardián, enloquecido, dispara sobre el hermano Carlos, que cae sin un grito. El drama ha durado apenas veinte minutos. (de Jean François Six – itinerario espiritual)

Del Olvido de Sí de Pablo d’Ors:

Pagina 382: Para levantar mis ánimos ante la certeza de una invasión inminente, me pongo a imagina cómo serán los hermanitos y las hermanitas que he esperado en vano a lo largo de toda mi vida. Son hombres y mujeres de todas las partes del mundo, y llevan el Evangelio inscrito en sus rostros. Quizá no hayan nacido aún, pero un día –estoy seguro- inundarán este país con su presencia, muda y respetuosa, y lo inflamarán con su amor. Porque es así como los veo: gritando en silencio desde los tejados, postrados ante los pobres, abriendo las puertas de sus casas y de sus corazones. Veo a todos y a cada uno de ellos como si les conociera desde siempre y como si realmente ya estuvieran aquí. Visten un hábito blanco con una cruz y un corazón escarlatas en el pecho, y peregrinan por el desierto con tal disposición de ánimo que me sobrecoge. "sois vosotros, ¿no es cierto?", le pregunto a uno de ellos. Pero él no se detiene, sino que avanza junto a los demás entre las dunas. Todos alzan al cielo sus cabezas, desde donde Dios les brinda un sol enloquecedor. “¡Habéis venido!”, exclamo lleno de entusiasmo, y me uno a su gran marcha.

Cuando finalmente dejan de caminar, les ayudo a plantar una tienda, a cuya sombra nos sentamos todos juntos para celebrar la eucaristía. Tomad y comed, les digo entonces, mientras parto para ellos el pan. Y luego: esto es mi cuerpo, está es mi sangre. Esta imagen, por encima de cualquier otra, me hace fuerte ante la adversidad. Ellos, mis hermanos, serán quienes unan el Cristianismo y el Islam. Porque lucharán sin violencia por la justicia serán llamados los bienaventurados de la paz. ¿Me oís, familia mía? Ese humo que se distingue en el horizonte, ¿sois vosotros, mi fraternidad? Os veo, os quiero sin conoceros. ¡Amen, venid pronto! ¿queréis acompañarme? ¿Queréis escuchar conmigo el viento que serpentea en estas sierras?
 

Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (12)

Texto mensual para reflexionar sobre el tema del Centenario “Carlos de Foucauld – al encuentro del otro”.....                                                                                      

1º de Noviembre de 2016 :



Volvemos a lo que publicamos en octubre a propósito de este famoso día del 20 de enero 1908 y seguimos con el comentario de Antoine Chatelard en su libro "El camino hacia Tamanrasset".
En el acontecimiento que evocamos, hay que darse cuenta de que los gestos más sencillos de hospitalidad cobran una dimensión imprevista. Convertido en un pobre enfermo, el marabout hace que los que vienen a salvarlo puedan oír algún día: “venid, recibid en herencia el Reino, porque tuve hambre y me disteis de comer, estuve enfermo y vinisteis a verme”. Ya no es una parábola, sino la realidad del Reino. Si pensó en esto, quizá el enfermo fue reconfortado como quería, él, que buscaba angustiado cómo traerles la salvación.

Si no pudo captar el significado pleno de lo que vivió en ese momento, le fue dado percibir al menos lo esencial. En la primera carta que escribe a su prima tras la enfermedad, el 8 de marzo de 1908, da una respuesta a la cuestión que plantean tantas vidas aparentemente inútiles, como fue la de Jesús, tanto a Nazaret como en el Calvario:

“¿Cuánto bien no hubiera hecho Jesús evangelizando al mundo durante los años oscuros de Nazaret? Sin embargo, juzgó que hacía mucho más quedándose en ese silencio… ¡Y nuestro padre (su Director espiritual: Padre Huvelin): sus cruces y el bien que su enfermedad le impide hacer...! Es que Dios estima que hace más bien estando con Jesús en la cruz. Dos líneas de San Juan de la Cruz ponen esto en plena luz”.

Y continúa citando a san Juan de la Cruz, como lo hará aún el mismo día de su muerte:

“Nuestro anonadamiento es el medio más poderoso que tenemos para unirnos a Jesús y hacer bien a las almas; es lo que san Juan de la Cruz repite casi en cada línea. Cuando se puede sufrir y amar se puede mucho, lo máximo que es posible en este mundo”

Otra frase, escrita en otro momento difícil de su vida, cuando se entrega totalmente a la obediencia, en diciembre de 1896, un mes antes de dejar la Trapa, nos transmite el mismo mensaje:

“En el momento en que Jacob está de camino, pobre, solo, cuando se acuesta en la tierra desnuda en el desierto para descansar tras un largo camino a pie, en el momento en que está en esa dolorosa situación del viajero aislado, en medio de un largo viaje en país extraño y salvaje, sin refugio, en el momento en que se halla en esta triste condición es cuando Dios le colma de favores incomparables”

No faltan en nuestras vidas esos cambios de situación que obligan a pasar a través de una muerte. Cuando el espacio vital se estrecha, cuando la situación parece desesperada, cuando nuestra competencia, nuestra entrega, nuestro celo se convierten en obstáculos, es bueno recordar una antigua enseñanza que Carlos de Foucauld actualizó y que puede llegar a ser fuente de esperanza. Los profetas enseñan que Dios interviene cuando el hombre ya no puede nada. San Pablo repite que pone su orgullo en su debilidad, porque aprendió del Señor: “mi poder da toda su medida en la debilidad (o la enfermedad)”. Oímos como un eco, decir a Carlos de Foucauld: “la debilidad de los medios humanos es causa de fuerza”, para afianzar la esperanza en el corazón mismo de nuestras fragilidades y miserias.
 

Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (11)

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1º de Octubre de 2016 :



La soledad de Carlos de Foucauld en el mes de enero 1908, contada como si lo contaría él según el libro de Antoine Chatelard: El camino hacia Tamanrasset:

"Es de Noche en mi corazón, es de Noche en mi cuerpo.  Casi once meses sin visita de europeos. Y el correo y es escaso.

Sin que lamente la donación de mi vida hecha el 15 de enero de 1890, día de la separación de este ser tan querido a mi alma, no, yo sé que Dios no me rechazará.

Y sin embargo, solo, estoy solo. Dura soledad. Dios está ahí, pero qué bueno sería poder hablarle a alguien, escuchar una voz amiga y fraterna…

Siento que la muerte roza mi vida, que ronda y me estrecha en su manto de dudas, de carencias, de fracaso…

Desde hace doce meses, al no tener nada más que dar, los vecinos no tienen ya necesidad de mí y ya no los veo.

Todos mis esfuerzos por acercarme a la gente me parecen vanos, los veo tan poco.

Único en mi especie, cristiano entre los musulmanes… estoy en un pozo sin fondo. Se apodera de mí la angustia mortal de la salvación de los hombres y sobre todo de aquellos con quienes deseo compartir mi vida y hasta mi último trozo de pan.

Si los religiosos y los sacerdotes no escuchan esta llamada a venir a reunirse conmigo, ¿debo pensar en los laicos? ¿Voy a morir antes de dejar una memoria escrita sobre este proyecto?

Nada, no puedo nada… todo es noche en mí, a mi alrededor… es el fracaso total de mis proyectos y hasta de mi vida. ¿Me he equivocado de camino? ¿Qué he venido a hacer aquí? ¿Qué he hecho durante estos veinte años desde mi conversión?

Sólo quería vivir para Dios, alejarme de lo que más amaba para vivir únicamente para Él. Luego dejé la dulce soledad del monasterio creyéndome investido de una misión especial para acercarme a los que creía más alejados del Dios de Jesucristo. ¿Pensaba probablemente que era más capaz que otros para vivir esta misión? Presumí de mis fuerzas.

Creía que lo más útil para la salvación del mundo era estar allí en la adoración y en la celebración de la Eucaristía y sin embargo, incluso en Navidad, sin nadie como monaguillo, no pude celebrar.

Sólo, estoy solo… ¡He elegido volver aquí por estas gentes tan indiferentes al fin y al cabo a la razón por la que estoy entre ellos!

El Santísimo Sacramento está ahí, a dos pasos de mi cama… Ni siquiera lo he retirado ¿Y si yo muero? Creía que esta Presencia irradiaría y en este momento, sobre mi cama, esto tiene tan poca importancia…

Soledad, soledad… Me hundo en la noche.

He deseado tanto el encuentro y me aferro ahora a lo poco de vida que me queda… No puedo morir sin alguien que tome el relevo… Nunca he tenido tanta razón de vivir…

HAN VENIDO… En plena sequía y miseria, han buscado en cuatro kilómetros a la redonda y han encontrado leche de cabra para salvarme la vida…

“Qué buenos han sido para mí”, se me abre entonces un espacio de evangelio aún desconocido”.

-oOo-

En efecto, Charles quería ser pobre para imitar a Jesús que se hizo pobre… ¿Y quién de los vecinos ha podido ver a un pobre? Vestirse mal, alimentarse mal no tiene nada que ver con la pobreza. Su casa está llena de cosas para distribuir… Los marabúes de la región reciben regalos de sus discípulos, pero él es un marabú que da sin recibir… Él decía: “no aceptar nada excepto si es indispensable hacerlo y si se trata de cosas de poca importancia”, pero cómo compartir la vida sin estar dispuesto a aceptar algo de la gente entre las que vivía…

Él quería ser pequeño y abordable, pero debe aceptar la distancia de la diferencia de la gente de la que quiere ser cercano. Llegó a la región con los militares franceses y aunque se haya despojado de las armas y del uniforme, continúa representando a la administración. Vino como portador de la civilización y de la fe, con gran saber y experiencia… Programó el desarrollo económico y la instrucción para el progreso.

Probablemente no pensó con anterioridad descubrir hombres de otra cultura y religión. Su trabajo de la lengua tuareg empieza a ponerle a la escucha de esta nueva civilización que tiene una fe diferente a la suya, pero él está siempre en la perspectiva de transmitir…

En ese 20 de enero de 1908, en su refugio de 8 metros por 1,75, está clavado en su lecho y no tiene nada y no puede nada. Es justamente en aquel momento en el que está reducido a una total impotencia cuando va a tener la experiencia de dejarse salvar por sus vecinos…

Vive una experiencia de resurrección y así comenzará a vivir una nueva relación con esos hombres que van a convertirse en sus amigos.

Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (10)

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1º de Septiembre de 2016 :



“y descendió con ellos, y vino a Nazaret y les estaba sujeto”… Descendió: toda su vida no hizo más que descender: descender al encarnarse, descender haciéndose niño pequeño, descender obedeciendo, descender haciéndose… pobre, abandonado, exiliado, perseguido, ajusticiado, poniéndose siempre en el último lugar: “cuando os inviten a un banquete, poneos siempre en el último lugar”, es lo que hizo Él desde su entrada en el banquete de la vida hasta su muerte. Vino a Nazaret, el lugar de la vida oculta, de la vida ordinaria, de la vida de familia, de oración, de trabajo, de oscuridad, de virtudes silenciosas, practicadas sin más testigo que Dios, sus prójimos, sus vecinos, testigos de esa vida santa, humilde, bienhechora, oscura, que es la de la mayor parte de los humanos, y de la que dio ejemplo durante treinta años… les estaba sujeto, Él, Dios, a ellos, humanos= ejemplo de obediencia, de humildad, de renuncia, en sentido propio, infinita como su divinidad. 
(notas cotidianas Tamanrasset 20 de junio 1916)

Con Carlos de Foucauld el encuentro del otro (9)

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1º de Agosto de 2016 :




Soy un viejo pecador que desde el día siguiente a su conversión, hace veinte años, fue atraído poderosamente por Jesús para llevar su vida de Nazaret. Desde entonces, me esfuerzo por imitarlo –muy miserablemente, por desgracia-. He pasado varios años en ese querido Nazaret como criado y sacristán del convento de las Clarisas. Sólo dejé ese bendito lugar para recibir, hace cinco años, las Sagradas Órdenes. Como sacerdote libre la diócesis de Viviers, mis últimos retiros ante el diaconado y el sacerdocio me han hecho ver que esta vida de Nazaret, mi vocación, había que llevarla no en mi tan querida Tierra Santa, sino entre las almas más enfermas, las ovejas más abandonadas. Este banquete divino, del que soy ministro, había que ofrecerlo no a los hermanos, a los parientes, a los vecinos ricos, sino a los cojos, a los ciegos, a las almas más abandonadas, por falta de sacerdotes. En mi juventud, yo había recorrido Argelia y Marruecos: en el interior de Marruecos, del tamaño de Francia, con diez millones de habitantes, ni un solo sacerdote; en el Sahara argelino, tan grande como siete u ocho veces Francia, y más poblado de lo que se creía en otro tiempo, una docena de misioneros. Como ningún pueblo me parecía más abandonado que estos, solicité y obtuve del Rvmo. P.Prefecto Apostólico del Sahara el permiso para establecerme en el Sahara argelino, para llevar allí, en soledad, clausura y silencio, con el trabajo de mis manos y en santa pobreza, solo o con algunos sacerdotes o laicos hermanos en Jesús, una vida tan semejante como fuese posible a la vida oculta del amado Jesús en Nazaret. Hace tres años y medio me establecí en Beni-Abbès, en el Sahara argelino, en la frontera misma de Marruecos, intentando, tibia y miserablemente, llevar esa bendita vida de Nazaret. 

(carta al Padre Caron – Beni–Abbès 8 de abril de 1905)

Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (8)

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1º de Julio de 2016 :



“Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian…”(Lucas 6,27). Amemos a nuestros enemigos, amemos desde el fondo del corazón a estos miembros enfermos de Jesús, a estos hermanos culpables que siguen siendo hermanos nuestros y pueden convertirse en cualquier momento, estos seres por los que Jesús ha dado toda su sangre y a los que no cesa de llamar a Él, almas hechas a imagen de Dios, creadas para el cielo, y que quizá reinarán en él en un lugar mucho mejor que el nuestro… Hagamos el bien a los que nos odian, hagámosles todo el bien posible, a sus almas y a sus cuerpos, roguemos por ellos, ofrezcamos a Dios penitencias por ellos (ya que la Escritura nos muestra profusamente la penitencia como compañera inseparable de la oración), hagámosles todo el bien que Dios, que la obediencia nos permiten: simpatía, servicio, afabilidad, limosna si son pobres, cuidados si están enfermos, todo lo que es beneficio, démoselo, para obedecer a la palabra de Jesús, para imitar su ejemplo, para hacer todo el bien a sus miembros enfermos, para ganar estas almas para Dios “amontonando carbones sobre su cabeza”, venciendo “el mal con el bien”, su odio con nuestros favores. 

(Meditaciones sobre los Santos Evangelios – Nazaret 1898)

Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (7)

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1º de Junio de 2016 :



La Resurrección de la hija de Jairo (Marco 5,35-43). 

Seamos infinitamente delicados en nuestra caridad; no nos limitemos a los grandes servicios, tengamos esa delicadeza que llega a los detalles y sabe con pequeñas cosas poner bálsamo en los corazones: “Dadle de comer”, dice Jesús. Con los que están cerca de nosotros, entremos incluso en pequeños detalles de salud, de consuelo, de oraciones, de necesidades; consolemos, aliviemos con las más minuciosas atenciones; para los que Dios pone cerca de nosotros, tengamos la ternura y delicadeza de las pequeñas atenciones que tendrían entre sí unos hermanos cariñosos, y la ternura de las madres con sus hijos, para consolar cuanto sea posible a los que nos rodean y ser para ellos un agente de consuelo y un bálsamo, como lo fue siempre Nuestro Señor para todos los que se le acercaron. 

(Meditaciones sobre los Santos Evangelios 197ª Nazaret 1898)

Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (6)

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1º de Mayo de 2016 :


Comentario de Mt 14,23


Nuestro Señor reza solo, reza de noche. Es una costumbre en Él. Muchas veces nos repite el Evangelio: “se retiró Él solo durante la noche a orar”. Amemos, acariciemos, practiquemos a ejemplo suyo la oración nocturna y solitaria. 

Cuando todo dormita en la tierra, velemos y hagamos ascender nuestras plegarias a nuestro Creador. Si es dulce estar cara a cara con aquel a quien amamos, en medio del silencio del descanso universal y de la sombre que cubre la tierra, ¡qué dulce es, en tales horas, ir a gozar del cara a cara con Dios! Horas de felicidad incomparable, horas benditas que hacían que san Antonio encontrase las noches demasiado cortas, horas en las que, mientras todo calla, todo duerme, todo está sumergido en la sombre, yo vivo a los pies de mi Dios, expansionando mi corazón en su amor, diciéndole que le amo, y respondiéndome Él que por grande que sea mi amor, nunca le amaré como Él me quiere. Noches afortunadas, que mi Dios me permite pasar cara a cara con Él. ¡Oh mi Señor y mi Dios, hacedme sentir como debo el precio de tales momentos! Hacedme delectarme en Dios, Hacedme, a ejemplo vuestro, no tener momentos más queridos, descanso más verdadero, horas más suaves y más deseadas que esas horas de oración nocturna y solitaria. 

(carta al Padre Jerónimo – Trapa de Nuestra Señora de las Nieves 17 de Julio 1901)

Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (5)

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1º de abril de 2016 :

Mi Señor Jesús, qué pronto se hará pobre quien amándoos de todo corazón, no pueda soportar ser más que su Bienamado… 

Mi Señor Jesús, qué pronto se hará pobre, quien pensando que todo lo que se hace a uno de estos pequeños, es a Vos a quien se hace, que todo lo que no se les hace es a Vos a quien no se hace, aliviará todas las miserias a su alcance… 

Qué deprisa se hará pobre quien reciba con fe vuestras palabras: “si queréis ser perfectos, vended lo que tenéis, y dádselo a los pobres… 

Bienaventurados los pobres… Todo aquel que deje sus bienes por mí, recibirá aquí abajo cien veces más y en el cielo la vida eterna…”. Y tantas otras. 

¡Dios mío, no sé si es posible a algunas almas veros pobre y seguir a gusto siendo ricas, verse mayores que su Maestro, que su Bienamado, no querer parecerse a Vos en todo lo que de ellas depende y sobre todo en vuestras humillaciones; yo creo que ellas os aman, Dios mío, y sin embargo creo que falta algo a su amor, y en todo caso yo no puedo concebir el amor sin una necesidad, una imperiosa necesidad de conformación, de semejanza, y sobre todo de compartir todas las penas, todas las dificultades, todas las durezas de la vida… Ser rico, a mi gusto, vivir tranquilamente de mis bienes, cuando Vos habéis sido pobre, machacado, viviendo penosamente de un trabajo duro! ¡Yo no puedo, Dios mío… Yo no puedo amar así…”

No conviene que el criado sea mayor que el Amo”, ni que la esposa sea rica cuando el Esposo es pobre, sobre todo cuando Él es voluntariamente pobre siendo perfecto! Santa Teresa cansada de que le hiciesen fuerza para que aceptase rentas para su monasterio de Ávila, estuvo a veces a punto de ceder, pero cuando volvía a su oratorio, y veía la Cruz, caía a sus pies y suplicaba a Jesús, desnudo en la Cruz, que le concediese la gracia de no tener nunca rentas y ser tan pobre como Él… 

No juzgo a nadie, Dios mío, los demás son vuestros servidores y mis hermanos y sólo debo amarlos y hacerles bien, y rezar por ellos, pero a mí, me resulta imposible entender el amor sin la búsqueda de la semejanza, el amor sin compartir todas las penas, sin el deseo ardiente de conformar toda la vida y sin la necesidad de compartir todas las cruces… 

(retiro de Nazaret – noviembre 1897)

Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (4)

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1º de marzo de 2016 :

Meditación de Carlos sobre el salmo 81.

En todas las páginas de sus libros, Dios nos recomienda a sus hijos pobres, a sus hijos desheredados, que escuchemos su voz, seamos los padres, los hermanos, los hijos de esos desgraciados; seamos su consuelo, su refugio, su asilo, su hogar, su casa paterna. De esa manera seremos los padres, los hermanos, los hijos de Jesús; su consuelo, su refugio, su ayuda, su hogar, su casa. No nos preocupémonos de aquellos a quienes no les falta de nada, ocupémonos de aquellos a los que les falta todo, en quienes nadie piensa.

Seamos los amigos de los que nos tienen amigos. Pensemos en las llagas de Lázaro, en lugar de hacer regalos al rico, por bueno que sea. Seamos los padres, los hermanos, los hijos de los abandonados, de los desheredados, de los miserables, y seremos los padres los hermanos, los hijos de Jesús. 

Amemos a los ricos, porque también son hijos de Dios; pero no nos ocupemos de ellos porque no lo necesitan; ocupémonos de los pobres porque ellos necesitan de todo, y porque Jesús nos los ha legado no como hermanos, sino como Él mismo, a quien hay que cuidar, alimentar, vestir, consolar, santificar, salvar, en definitiva, amar. Ellos son “sus hermanos” nos dice, la familia que Él ha adoptado; la que nos ha legado. Es cosa nuestra ver si queremos aceptarla de su mano o rechazarla. ¡Somos todos hijos del Altísimo! Todos… El más pobre, el más repulsivo, un recién nacido, un viejo decrépito, el ser humano menos inteligente, el más abyecto, un idiota, un loco, un pecador, el mayor pecador, el más ignorante, el último de los últimos, el que más repugna tanto física como moralmente es un hijo de Dios, un hijo del Altísimo, acompañado de un ángel de la guarda resplandeciente de belleza y poder. ¡Cómo debemos valorar a todo ser humano, cómo debemos amarle! Es hijo de Dios. Dios quiere que sus hijos se amen entre ellos como un tierno padre quiere que sus hijos se amen entre sí. Amemos a todo hombre, porque es nuestro hermano y porque Dios quiere que le miremos y le amemos muy tiernamente como tal, ¡pues es hijo del Dios bienamado y adorado! Porque es el precio de la sangre de Nuestro Señor, cubierto con su sangre como de un manto, amado por Dios y por Jesús hasta consumar por él el sacrificio del Calvario, amado de Dios hasta entregar a su Hijo, amado por Jesús, en asociación, en imitación, en unión, en conformidad perfecta con Dios, hasta inmolarse por él. Amemos a este hombre a quien Dios ama todos los instantes de su vida, a quien Él da, hasta el último minuto de su existencia, con paciencia y bondad infinitas, los medios para vivir eternamente en el cielo participando maravillosamente de la herencia divina. Estimemos, amemos desde el fondo del corazón a todo hombre por Dios, nuestro Padre común.

(meditaciones sobre los salmos – salmo 81 – Roma 1896)