La fe en diálogo con el hombre




Conferencia de Monseñor Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger.
                                 
 En la Parroquia de Sta. Mª de la Amargura (Málaga).


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La fe en diálogo con el hombre.

Evangelización y compromiso con los pobres

Vamos a hablar de fe en diálogo, y eso nos obligará a discernir con quién hemos de dialogar, de qué queremos hablar, qué pretendemos con el deseado diálogo, qué caminos vamos a seguir para alcanzar lo que pretendemos. 

Los interlocutores: 

El argumento sobre el que se me pidió que reflexionase era “La fe en diálogo con otras religiones”. Eso significaba hablar de cristianos en diálogo con quienes, no siéndolo, buscan en la religión una respuesta a los enigmas de la condición humana1.

Intuí, sin embargo, que de ese diálogo no habían de quedar excluidos quienes en el ejercicio de su libertad han optado por no creer, o quienes dicen que, aun deseándolo, no pueden creer, y tampoco aquellos otros que se han adaptado pacíficamente a no creer, entiéndase a vivir como si Dios no existiera.

No digo que ateísmo, agnosticismo e indiferencia sean una forma solapada de religión, pero no dejan de tener puntos importantes de contacto con ella, pues también ellos dan una visión del mundo, también ellos dan una respuesta a las preguntas ineludibles de la existencia humana, y, aunque sólo sea para negarlo o para ignorarlo, también ellos dicen relación a Dios2.

Por otra parte, si a partir del siglo III de nuestra Era, los Padres de la Iglesia acuñaron la expresión “Extra Ecclesiam nulla salus”, y si cada una de las religiones puede legítimamente haberse aplicado a sí misma un principio semejante, “ante nuestra curiosa mirada, hoy aparece con diáfana claridad el fenómeno según el cual fuera del mundo, compuesto por todos nosotros, no hay salvación humana posible3. Y también como lugar de salvación el mundo empieza a tener color y sabor de religión.

De ahí que, poco en la forma, más en el fondo, haya modificado el título de esta reflexión, para dejarlo en “la fe en diálogo con el hombre”.

Cuando hablamos de “fe en diálogo”, hablamos de “fe cristiana”, y el primer significado que en este contexto adquiere para nosotros esa expresión, es el de “creyente cristiano” en diálogo con quienes no lo son. 

Fe, creencia, religión4: 

Con toda naturalidad, de forma consciente o inconsciente, en la fe cristiana reconocemos una religión y, con la misma naturalidad, asimilamos a las religiones de la tierra el cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

En el enunciado que se me había sugerido para esta reflexión, “la fe en diálogo con otras religiones”, el adjetivo “otras”, que calificaba de cerca a las religiones interlocutoras de la fe, también, aunque de lejos, calificaba como religión a la fe.

Nuestra fe, o si se prefiere, la vida cristiana, tiene mucho en común con las religiones, pues aunque “se distingue de la simple creencia, sin embargo, no por eso la excluye, antes al contrario, la lleva en sí misma, no puede prescindir de ella5. Los cristianos, como los adeptos de toda religión, tenemos una doctrina, una sabiduría, unas normas morales, unos ritos, una tradición. También nosotros nos hacemos las preguntas a las que toda religión intenta responder6. Tenemos en común con ellas, además del “sentido religioso”, el esfuerzo por responder a las inquietudes del corazón humano7.

Los cristianos no podemos en modo alguno prescindir del “aspecto cognitivo del acto de fe”, por el que creemos en Dios y creemos lo que él ha revelado8. En realidad, no podemos no ser una religión. Es más, en Cristo se encuentra “la plenitud de la vida religiosa9.

Pero la fe cristiana, como la vida que por ella se nos da, establece con Dios unos vínculos que no son reducibles al ámbito de lo religioso. De ahí que, reconocido lo que nos une a las religiones de la tierra, habrá que resaltar lo que no compartimos con ellas, pues cuando hablamos de fe cristiana, hablamos de un nuevo nacimiento, de una vida que hemos recibido, de un modo de ser, hablamos de resurrección con Cristo, de glorificación con él, de comunión con él en un solo cuerpo, en un solo espíritu10.

Además de creer que hay un Dios –credere Deum- y de creer a Dios –credere Deo-, creemos en Dios –credere in Deo, credere in Deum-. Creer que hay Dios, creer a Dios, creer en Dios, “son tres actos que van encadenándose el uno con el otro, siguiendo una progresión necesaria. Únicamente el tercero, que supone e integra a los dos anteriores, caracteriza a la verdadera fe11.

Cuando yo creo en Dios, cuando yo le doy mi fe, cuando –en respuesta a su iniciativa- yo me confío a él desde el fondo de mi ser, se establece entre él y yo un vínculo de reciprocidad de tal naturaleza, que la palabra «fe» puede aplicarse a cada uno de los interlocutores. «La fe de las dos partes», escribió San Juan de la Cruz, no sin audacia, a propósito de la relación del alma creyente con Dios12.

Dicho con palabras del papa Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da a la vida un nuevo horizonte y, con ello, una orientación decisiva13. 

A la mesa del diálogo podremos llevar sólo lo que de nuestra fe y de nuestra vida podemos compartir con las demás religiones. 

Los límites del diálogo: 

Esos límites los señalará el contexto en que nos situemos o, mejor, el fin que nos propongamos alcanzar por medio del diálogo.

Si su finalidad es el control de la violencia que acompaña necesariamente las relaciones humanas14, el diálogo tenderá a gobernar esa violencia, a dirigirla, administrarla, controlarla15.

La historia es testigo de violencias innumerables que unos a otros nos hemos hecho en nombre de la religión. Controlar esa violencia que busca en las religiones justificación o atenuantes, es objetivo que todos hemos de perseguir, tarea necesaria para el bien de todos. Pero no dejará de ser para un cristiano un objetivo mínimo, que se queda muy lejos del mandato recibido de amar al enemigo, mandato que todo discípulo de Cristo debiera haber inscrito con caracteres indelebles en la memoria de su fe.

Se supone que antes de ponerme a dialogar con otro desde mi fe, la he asumido personalmente.

Antes de sentarme a la mesa de un diálogo cuyo objetivo fuese “controlar la violencia alimentada por la religión”, mi fe, no sólo me habría ya desarmado, sino que me habría impuesto la tarea ineludible del amor al enemigo y del perdón a quienes nos persiguen y calumnian. Quiero decir con ello, que para controlar mi violencia, antes de sentarme con otros a la mesa de un diálogo, he de sentarme como discípulo a los pies de Jesús de Nazaret.

En esa escuela cada cristiano ha de aprender a evitar la violencia que causamos. Y ése es un aprendizaje de toda la vida, pues nunca acabaremos de personalizar las exigencias de un amor llamado a ser en nosotros perfecto como el de Dios.

Me pregunto, por otra parte, si será posible que algún día veamos erradicada la violencia que padecemos. Podría preguntármelo desde la experiencia de las Iglesias; lo hago desde las palabras de Jesús en el evangelio: “Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados!16. “Seréis odiados por todos a causa de mi nombre17.

Creo, sin embargo, que, cuando hablamos de “fe en diálogo con el hombre”, pretendemos mucho más que buscar un instrumento para alejar de nuestras relaciones la violencia. Los Padres del Concilio Vaticano II se propusieron fomentar la unidad y la caridad entre los hombres, también entre los pueblos, pues todos forman una comunidad, todos tienen un mismo origen, y todos tienen un mismo fin, que es Dios18.

Ese objetivo de fomentar la unidad y la caridad, al mismo tiempo que disponía a los hijos de la Iglesia para una relación nueva con las religiones no cristianas, les imponía unos límites que parecían insalvables, pues si se partía de “aquello que es común a los hombres y conduce a la mutua solidaridad19, sólo se podía llegar a algo común: a reprobar “como ajena al espíritu de Cristo cualquier discriminación o vejación realizada por motivos de raza o color, de condición o religión”, y a rogar “a los fieles que, en cuanto de ellos depende, tengan paz con todos los hombres20.

Con lo cual nos quedamos lejos de ver a la fe en diálogo con el mundo; sólo vemos a los creyentes en paz con todos los hombres. No es poco, pero no es suficiente.

Yo he de dialogar contigo, pero lo que en realidad deseo, lo que busco, no es que te encuentres conmigo sino con Cristo.

Mi fe, que no tiene pretensiones de conquista, tiene, sin embargo, vocación de comunicación.

He dicho “vocación”, palabra que, por remitir a Dios, que nos llama, remite a la obligación que la Iglesia tiene de anunciar a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida para todos21.

Esta vocación que, por ser de la Iglesia es mía, me expulsa de la mesa del diálogo. Me expulsa del diálogo con las religiones, porque todas se consideran en posesión de la verdad, todas tienen sus certezas a las que no pueden renunciar. Me expulsa del diálogo con el hombre de nuestra sociedad, a cuya mesa sólo se admite la comparecencia de un pensamiento junto a otros pensamientos22; esto podrá parecernos más o menos razonable, más o menos justo, pero es lo que hay; las palabras ya no son portadoras de verdades eternas, sino apenas transmisores caprichosos de una opinión entre otras; y los cristianos no podremos presentarnos ante les demás con la verdad formulada, sencillamente porque el hombre de nuestra sociedad no nos admitiría a su tertulia de opiniones yuxtapuestas, puede que enfrentadas, sin pretensión de verse compartidas23.

Mi vocación, la de anunciar a Cristo, me expulsa del diálogo con los indiferentes, pues no les interesa el anuncio que yo he de llevarles. Y, con más razón, me expulsa del diálogo con el ateísmo, diálogo que en el mejor de los casos, quedaría limitado a una contraposición de razones para negar la existencia de Dios o para afirmarla, aunque en realidad no deja espacio ni para eso: “Humanismo positivista, humanismo marxista, humanismo nietzscheano son, más que un ateísmo propiamente dicho, un antiteísmo, y más concretamente, un anticristianismo… Por opuestos que sean entre sí, sus mutuas implicaciones, escondidas o patentes, son muy grandes y tienen un fundamento común consistente en la negación de Dios, coincidiendo también en su objetivo principal de aniquilar la persona humana24.

Como ven, de la mesa de diálogo con el ateísmo contemporáneo, antes de que me expulsara mi vocación, me había expulsado la naturaleza misma de los humanismos ateos, el fundamento sobre el que se construyen –la negación de Dios-, y el objetivo que persiguen –la negación del hombre-.

A todo ello habría que añadir los límites que impone al diálogo la naturaleza de Aquel sobre quien deseamos dialogar: Dios. Me refiero a los límites que nos impone el misterio de Dios. Dios está escondido, más aún, Dios es un Dios escondido25. Y esto, que lejos de ser una simple deducción teológica, es una angustiosa experiencia existencial, más que a una mesa de diálogo con el hombre que no cree, nos sienta a la mesa generosamente servida del silencio de Dios26.

Cuando en este contexto hablamos de diálogo, ¿qué queremos decir? Para mí significa interpelar al hombre con la fuerza de las obras, lo que lleva consigo que traslademos el mensaje sobre Dios desde el ámbito de las opiniones sostenidas al ámbito de las certezas vividas. Obligadas al silencio las palabras, hablará con las obras el amor. 

En diálogo, al modo de Dios: 

Supongo que la revelación puede ser pensada como una forma de diálogo de Dios con el hombre. Supongo asimismo que la creación entera, los acontecimientos de la historia, la Sagrada Escritura, Jesús de Nazaret, son palabras importantes en ese diálogo por el que Dios, más que transmitir ideas, se dona en lo que dice, de tal modo que, el proceso de la revelación, no termina en una plenitud de conocimiento sino en una plenitud de donación, de comunión. En la cruz, donde el Hijo preguntará el porqué de su abandono, allí donde el proceso de la revelación parece terminar en pura oscuridad –oscuridad del conocimiento-, allí se dará la total donación, la perfecta comunión entre Dios y el hombre, comunión a la que, por la acción del Espíritu Santo, tiende la creación entera.

Ahora ya pueden imaginar la osadía: Si la fe busca un camino para ir al encuentro del hombre, parece apropiado que siga el que Dios ha recorrido hasta nosotros.

a) Dios se limitó para crearnos: 

Es éste un argumento que ha entrado en la normalidad del discurso teológico, y del que se pudieran resaltar muy variados aspectos. Aquí quiero fijarme en lo que nos pueda servir de referencia para nuestro deseado diálogo con el hombre.

La acción creadora establece una relación necesaria entre Dios y el hombre. Esa relación está sellada, marcada por el amor, de tal modo que el amor se nos ofrece como razón única para la acción creadora.

Pero el amor, si es auténtico “siempre se presenta acompañado de vulnerabilidad”, siempre “es precario y conlleva el riesgo del rechazo27, siempre impone limitaciones a quien ama. Y ésta es una primera y poderosa luz echada sobre el camino que la fe cristiana ha de seguir si quiere llegar al corazón del hombre que no la tiene; en su camino hacia el otro, el cristiano se hace vulnerable: camina en precario, se expone al rechazo, ¡ama!

Las palabras de un salmo pueden ayudarnos a precisar un poco más lo que queremos decir cuando hablamos de autolimitación de Dios en la creación

El salmista oró así: “¡No a nosotros, Señor, no a nosotros! Hazle honor a tu nombre, por tu lealtad y tu fidelidad…. Nuestro Dios está en los cielos e hizo cuanto quiso28 

Los ídolos son hechura de manos humanas. El Dios verdadero es creador; “lo que quiere, lo hace”; él hizo el cielo y la tierra29. En el salmo se dice que el cielo pertenece al Señor, y de la tierra se dice que el Señor se la ha dado a los hombres30.

En tu oración, confiesas que tu Dios, “lo que quiere lo hace”, y no te atemorizas, sino que confías. Dices que “tiene su santuario en el cielo”, y no te escondes, sino que bendices.

Confías y bendices, porque para ti tu Dios está limitado por su bondad, por su lealtad. Confías y bendices, porque tu Dios es tu auxilio y tu escudo.

En tu camino de creyente hacia el hombre, si no quieres que levante barreras el temor, ni siquiera las barreras de la devoción, habrás de encerrar el poder en los límites de la bondad y la lealtad. Si el otro encuentra en ti auxilio y escudo, podrás esperar que entre los dos se crucen un día palabras de bendición.
b) El Mesías Jesús se hizo siervo para redimirnos: 

Supongo que en la mente y en el corazón de muchos cristianos encontraría hoy una acogida favorable, ¿entusiasta?, la propuesta que Santiago y Juan hicieron aquel día a Jesús: “¿Quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?3.

Pero Jesús no era de la opinión: “Se volvió y los regañó32. Y alguien pensó que les dijo también: “No sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del hombre no ha venido a destruir vidas humanas, sino a salvarlas33.

La glosa dice que el Mesías Jesús vino a salvar vidas humanas. Y ésa, la vida, es la meta soñada del diálogo del que aquí estamos hablando. Jesús expresó el mismo objetivo con otras palabras: “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por la multitud34. Aquí, además de indicar la meta hacia la que se va, se indica el camino por el que se va: Para rescatarnos –ésa es la meta-, el Hijo del hombre se ha hecho siervo –éste es el camino-.

Puedes entender justamente que, haciéndose hombre, el Hijo de Dios se ha hecho siervo; pero no entenderías mal tampoco si considerases que, para redimirnos, el Mesías Jesús, el Dios hecho hombre, ha escogido, no el camino del humano poder, de la humana sabiduría, sino el de la humana debilidad, el de nuestra fragilidad, el de los últimos, el de los menores, el de los que sirven35.

Si ahora quieres concretar las formas de ese servicio, sólo tienes que recorrer las páginas de los evangelios; allí encontrarás los verbos de la acción de Jesús: Anunciar la llegada del Reino de Dios, enseñar, curar, bendecir, perdonar, buscar ovejas perdidas, monedas perdidas, hijos perdidos, liberar oprimidos, resucitar muertos, darse hasta dar la vida.

Alguien pudiera pensar que hemos entrado de lleno en el reino de la magia, en un tiempo de poderes liberados para rescatarnos. Pero no es así, y la Escritura del Nuevo Testamento nos lo recuerda de muchas maneras. El Mesías Jesús nos libera de nuestras miserias asumiéndolas en él: Vivimos con su vida, porque él muere con nuestra muerte36; somos justificados con su justicia, porque él ha cargado con nuestros pecados37; fuimos liberados de la maldición de la ley, porque él se hizo maldición por nosotros38; nos alcanzó su riqueza, porque él hizo suya nuestra pobreza39.

La forma de este diálogo de Dios con el hombre la representó el evangelista Juan en el lavatorio de los pies, primer capítulo del libro de la gloria del Mesías. Es tiempo de sabiduría: Jesús sabe que ha llegado su hora de pasar de este mundo al Padre; Jesús sabe que el Padre había puesto todo en sus manos; Jesús sabe que venía de Dios y volvía a Dios40. Es tiempo de amor total: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo41. Porque sabe y porque ama, Jesús “se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido42. Has visto bien: has visto a Dios a los pies del hombre, pues has visto a Jesús, al Maestro, al Señor, lavar los pies de sus discípulos.

Lo que antes llamé ‘osadía’, aquí se nos muestra como mandato que recibimos de aquel que se abajó a nuestros pies para lavarlos: “Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”.

Se comprende que el mandato no recae sobre la acción de lavar los pies o lavarse –ésa es una cuestión de higiene-, sino sobre lo que Jesús ha hecho con los discípulos, que es una cuestión de amor y de comunión: “Si no te lavo, no tienes parte conmigo43.

A la meta, que es la vida ofrecida, que es el encuentro deseado, que es la comunión buscada, se va por los caminos del servicio, del anonadamiento, del amor.
c) La Eucaristía, icono del diálogo de Dios con el hombre: 

La Eucaristía es memoria verdadera, real, objetiva, del Mesías Jesús. El pan que comulgas consagrado en este sacramento es el Cuerpo entregado del Señor. El cáliz que se te ofrece para que bebas de él, es el de la Sangre de Cristo, Sangre de la alianza nueva y eterna, derramada por todos para el perdón de los pecados. La gracia que en estos misterios se nos ofrece es la misma que el Padre ofreció al mundo cuando por amor nos dio a su Hijo: La vida eterna, el encuentro con Cristo, la comunión con él.

Si la verdad del sacramento representa –hace presente- el anonadamiento de Cristo, el signo sacramental, la humilde forma del pan sobre la mesa de la comunidad, nos recuerda el camino que ha recorrido hasta nosotros la Palabra, la Luz, la Vida que viene de Dios: se hizo hombre, se hizo pobre, se hizo maldición, se hizo nuestro Pan. 

Hombres y mujeres en camino con Cristo: 

El creyente cristiano, en su camino hacia el que no cree, si quiere ir más allá del diálogo que gobierna y encauza la violencia de los hombres, ha de hacer cesión de derechos al amor.

Sin demasiada sorpresa descubrimos que el interlocutor del amor cristiano, aquel hacia quien vamos, y a quien al comienzo de esta reflexión hemos identificado como “el hombre”, en realidad es sólo el pobre: el que necesita que le laven los pies, el que necesita que le perdonen, el que necesita que le curen, el que necesita que le amen, el que necesita que alguien se acuerde de él.

El otro, el satisfecho, ni nos espera ni nos admite. Para él, el nuestro no sería un evangelio sino un fastidio, y a su puerta nosotros sólo seríamos un incordio.

En la sinagoga de Nazaret, Jesús leyó aquel texto del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año de gracia del Señor44. Y, en homilía tan corta como escandalosa, dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír45.

El Espíritu del Señor unge y envía para que llevemos la buena noticia a los pobres. De alguna manera, esa unción nos hace de los pobres y nos hace pobres. Y sólo el amor de Dios, que nos empobrece y envía, tendrá fuerza para deslizarse también por las rendijas del alma de quien ni nos espera ni nos recibe. Por decirlo de otra manera: quien nos envía a los pobres, a través de los pobres nos está enviando también a quienes todavía no saben que lo son.

Sabemos de quién somos enviados. Sabemos a quiénes somos enviados. Pero será necesario discernir a la luz del Espíritu del Señor cuál es la buena noticia que hemos de llevar a los pobres. No tendría sentido que ofreciésemos la vista a un cojo o la movilidad a un ciego.

Espero que empecéis a intuir el sinsentido de una comunidad eclesial encerrada en las fronteras de sus ritos y sus dogmas, y ajena a las necesidades del mundo que la rodea.

Reconocimiento de los pobres y discernimiento de pobrezas no son una estrategia obligada de evangelización para la Iglesia de Tánger, sino vocación y misión de todas las Iglesias. En el camino de los pobres no nos ponen las leyes antiproselitismo de los reinos de este mundo, sino la unción del Espíritu del Señor y su santa operación.

Si eso es así, lo que hemos de llevar a los pobres, la buena noticia que para ellos se nos ha confiado, no es algo que se haya determinado de una vez para siempre, ni siquiera algo que se pueda determinar de hoy para mañana; lo hemos de discernir hoy para hoy: para este tiempo, para este lugar, para estas circunstancias, para estas pobrezas, para estos pobres.

No creo engañarme si digo que a los cristianos, los hombres de la modernidad, ese hombre con el que supuestamente deseamos dialogar, nos han conocido sobrados de ritos, de dogmas, de normas morales, y no nos encontraron portadores de libertad, de vida, de luz, de gracia, de alegría y de pan. La autoridad que en la conciencia del hombre moderno han adquirido las propuestas de positivismo, nihilismo, marxismo, se la hemos dado nosotros con nuestra deserción del evangelio de Cristo.

El primer paso que ha de dar la fe en busca de diálogo con el hombre, es un paso hacia los pobres, y, condición indispensable para ello, es un paso hacia la pobreza. No dejamos de mirar a quién hemos de ir, ni podemos olvidar cómo hemos de ir. Y en materia tan ardua, los ojos se vuelven necesariamente al Creador que se limita para que sea lo creado, al Redentor que se abaja para que sea enaltecido lo redimido.

Me pregunto hasta dónde estoy dispuesto a llegar en este proceso de autolimitación, de abajamiento, de empobrecimiento, de acercamiento a los pobres, de diálogo con el hombre. Porque de eso se trata: no de debate intelectual, no de foro de diálogo cultural o religioso, no de tertulia entretenida, sino de bajada al infierno de los últimos, de abrazo a la limitación, al abajamiento, a la pobreza, que son los caminos que el amor de Dios ha escogido para ir al encuentro del hombre. Si hemos entrado por esos caminos, ya podremos aplicarnos al discernimiento de la buena noticia que hemos de llevar a los pobres.

El texto del profeta, que Jesús declaró cumplido aquel día en la sinagoga de Nazaret, hablaba de “proclamar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista, poner en libertad a los oprimidos, proclamar el año de gracia del Señor”. Cualquiera de los evangelios nos puede guiar en esta búsqueda de nombres concretos para la acción de evangelizar a los pobres. El camino de Jesús es un camino entre pobres: Hace callar al espíritu inmundo y lo expulsa46, increpa a la fiebre y la hace pasar47, cura a los enfermos de diversas dolencias48, extiende la mano sobre un leproso y lo limpia de la lepra49, perdona los pecados y hace caminar a un paralítico50.

Come con publicanos y pecadores, que es una manera de sanar enfermos y rescatar vidas51. Perdona a la mujer sorprendida en adulterio52, y a la que entró con su frasco de alabastro en el banquete de Simón53. Y ofrece el paraíso a un ladrón que, crucificado con él, sólo puede aducir su pobreza para que el Señor se acuerde de él54.

El que dijo: “Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos, y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos55, es el que ha querido tales comensales en el banquete del Reino de los cielos.

Intuyes que es necesario el acercamiento a los pobres, el discernimiento de las múltiples formas que asume la pobreza, la búsqueda de posibles respuestas a las necesidades que hayas detectado; pero algo te dice que eso, siendo noticia necesaria, no es todavía la buena noticia. La buena noticia, más que la liberación, es el que te libera; más que la curación, es el que te cura; más que la vista recobrada, es el que te abre los ojos, más que la vida que recibes, es el que te la da: ¡El evangelio es Cristo Jesús! 

Las ambigüedades del camino: 

El trasfondo necesario de este camino de Cristo y de la Iglesia es el amor: El amor que es Dios56; el amor con que el Padre Dios nos entrega a su Unigénito para que tengamos vida57; el amor con que este Unigénito se ha entregado, como Pan del cielo, sobre la mesa de los pobres; al amor con que la Iglesia se entrega a los pobres para darles la vida, para darles a Cristo.

Ese amor, aun siendo razón de todo en la evangelización, no puede, sin embargo, eliminar las ambigüedades del camino. Jesús mismo fue víctima de la ambigüedad de los signos que hacía, y lo hizo notar cuando dijo: “Me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros58.

Por su misma naturaleza, lo que hagamos para llevar la buena noticia a los pobres está condenado a la ambigüedad: Queremos que vean a Cristo, y puede que sólo consigamos que vean nuestro poder; queremos que busquen a Cristo, y puede que sólo los movamos a buscar un pan barato y abundante; queremos que descubran la soberanía del amor, y puede que sólo estemos alimentando viejas formas de egoísmo.

Porque somos conscientes de ello, nos sentimos obligados al discernimiento. Necesitamos discernir la calidad del amor, la verdad de nuestra identificación con Cristo, la verdad de nuestra vida en Cristo. Necesitamos vivir en discernimiento, de tal modo que nuestro testimonio de Cristo, por ser cada vez menos ambiguo, se haga cada vez más eficaz. Que todo nuestro ser lo señale a él como buena noticia de Dios: Él es la libertad, él es la luz, él es la resurrección y la vida, él es nuestra paz.

Conclusión: 

La encierro en pocas palabras. Un camino, tal vez el único, que considero viable para que la fe vaya al encuentro del hombre de hoy, es el de la limitación y el abajamiento, el de la pobreza abrazada como forma propia de nuestra misión, el de la cesión de derechos al amor, el de la identificación con Cristo hasta que deje de ser yo quien viva y sea él quien viva en mí.

Que los pobres vean en nosotros a Cristo. Y que vean en Cristo la buena noticia de Dios.

Gracias.

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1 “¿Qué es el bien y qué es el pecado? ¿Cuál es el origen y el fin del dolor? ¿Cuál es el camino para conseguir la verdadera felicidad? ¿Qué es la muerte, el juicio y la retribución después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, ese misterio último e inefable que abarca nuestra existencia, del que procedemos y hacia el que nos dirigimos?”: CONCILIO VATICANO II, Declaración Nostra Aetate (= NAe) 1.

2 «A través de un largo desarrollo, que no es menester seguir detenidamente ahora, (Wolfhart) Pannenberg explica cómo de esa “constante” religiosa puede el ser humano desentenderse reflejamente, mas ella late ya en “la apertura del hombre al mundo”, en la consiguiente experiencia de “la autotrascendencia” y en “la confianza fundamental que soporta nuestra vida”. De suerte que “la dimensión religiosa se da también en el hombre que se comprende a sí mismo irreligiosamente»: J. L. R. DE LA PEÑA, Una fe que crea cultura 104.
Por otra parte, es difícil substraerse a la impresión de que el ateísmo moderno niega a Dios para rendir culto al dios que es el hombre. Interpretando el pensamiento de Ludwig Feuerbach, escribió H, De Lubac: “Si la divinidad de la naturaleza es la base de todas las religiones, incluso del cristianismo, la divinidad del hombre es la meta final. La evolución de la historia será el momento en que el hombre tenga conciencia de que el único Dios del hombre es el hombre mismo. ¡Homo, Homini Deus!”: HENRI DE LUBAC, El drama del humanismo ateo (Madrid 2008) 25 (Obra publicada en Francia en 1944).

3 GUILLEM MUNTANER, La novedad como estímulo. Vicisitudes de la sociedad y de la religión en una época nueva (Estella/Navarra 2005) 57. Véase el epígrafe Fuera del mundo no hay salvación, en E. SCHILLEBEECKX, Los hombres relato de Dios (Salamanca 1995) 29-41.

4 Argumento desarrollado por H. DE LUBAC, en La fe cristiana (Salamanca 2012) 134-178.

5 H. DE LUBAC, La fe cristiana (Salamanca 2012) 149.

6 Cf. NAe 1.

7 Cf. NAe 2.

8 Cf. H. DE LUBAC, La fe cristiana (Salamanca 2012) 153.

9 NAe 2.

10Llegar a ser cristiano no era (en la antigüedad), como se dice hoy algunas veces, «adherirse a valores trascendentales». Convertirse no era sólo abandonar doctrinas erróneas para incorporarse a la enseñanza verdadera ofrecida por la Iglesia: era esencialmente renunciar a Satanás para adherirse a Cristo o, como decía san Justino, abandonar los ídolos para consagrase por medio de Cristo al Dios no engendrado; era, como decía Hermas en su lenguaje tan rico en imágenes: apostatar del ángel del mal para seguir al ángel de justicia y vivir para Dios… Convertirse era «volverse hacia el Dios vivo»”: H. DE LUBAC, La fe cristiana (Salamanca 2012) 144-145.

11 H. DE LUBAC, La fe cristiana (Salamanca 2012) 142.


12 H. DE LUBAC, La fe cristiana (Salamanca 2012) 148.

13 BENEDICTO XVI, Carta encíclica Deus caritas est, 1.

14Desde que el hombre viene al mundo y ocupa su lugar en él, su deseo choca con el deseo de los demás, lo que comporta, ineluctablemente, rivalidad, envidia y violencia. Así la violencia marca las relaciones humanas, está presente en todo encuentro, en todo diálogo entre los seres humanos”: J. LEVRAT, La force du dialogue (Rabat 2003) 23.

15 El diálogo “se sitúa en la línea del esfuerzo de la razón, y de la palabra, por dominar la violencia y precisar las reglas de una vida democrática y de una cohabitación fraterna. Pero en ningún caso el diálogo del que vamos a hablar tendrá como objetivo negar, rechazar o camuflar la violencia. Al contrario, el diálogo debe permitir que las fuerzas vivas que atraviesan el mundo emerjan, se orienten de manera constructiva, y no destructiva”: J. LEVRAT, La force du dialogue 29.

16 Mt 10, 24-25.

17 Mt 10, 22.

18 Cf. NAe 1.

19 NAe 1.

20 Cf. NAe 5. Un ejemplo de lo que es esta convergencia en lo común lo ofrece el comunicado conjunto emitido tras la reunión extraordinaria del Comité de Enlace islamo-católico, celebrada en Roma el 10 de julio de 2012, bajo la presidencia del cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, y del profesor Hamid bin Ahmad Al-Rifaie, presidente del Forum Islámico para el Diálogo. La noticia de la agencia Zenit rezaba así:
« Avec l'aide de Dieu, le Comité de liaison islamo-catholique a tenu sa 14e rencontre au Vatican, ce qui correspond au 7-9 Jumada le 2, 1429 H ».
Le thème de la rencontre était : « Chrétiens et musulmans en tant que témoins du Dieu de justice, de paix et de compassion, dans un monde souffrant la violence ».
« Le thème a été traité d'un point de vue religieux, selon l'enseignement de nos deux traditions religieuses », indiquait le communiqué, en anglais et en arabe, qui citait les cinq points qui ont rencontré un accord.
Le premier point concernait la dignité humaine : « De la dignité inhérente à tout être humain jaillissent des droits et des devoirs ».
Le deuxième point concernait la justice et la paix : « La justice est une priorité dans notre monde. Elle requiert, au-delà de la mise en œuvre des mesures légales existantes, le respect des besoins fondamentaux des individus et des peuples, par une attitude d'amour, de fraternité, et de solidarité. Sans justice, il ne peut y avoir de paix durable ».
A propos de la paix, le troisième point affirmait : « La paix est un don de Dieu et elle requiert aussi l'engagement de tous les êtres humains, et en particulier les croyants, qui sont appelés à être des témoins vigilants de la paix dans un monde frappé par la violence sous de nombreuses formes ».
Pour ce qui est de la compassion, le quatrième point déclarait : « Chrétiens et musulmans croient que Dieu est plein de compassion, et par conséquent, ils considèrent de leur devoir de manifester de la compassion envers toute personne humaine, spécialement les nécessiteux et les faibles ».
Enfin, le cinquième et dernier point de ce communiqué touchait la « fraternité » dans la « famille humaine » : « Les religions, si on les pratique authentiquement, contribuent effectivement à la promotion de la fraternité et de l'harmonie de la famille humaine ».
Les membres du comité avaient été reçus par Benoît XVI, « qui les a encouragés à continuer leur engagement à promouvoir la justice et la paix ».

21 Cf. NAe 2.

22 «Hemos de aprender a no ser más que una voz entre otras, a tomar la palabra en una sociedad plural en sus creencias y en sus opciones ideológicas”, palabras de una religiosa francesa citadas en B. SESBOÜÉ, ¡No tengáis miedo! Los ministerios en la Iglesia hoy, 75.

23 “Pienso que esta nueva postura básica, que tan decididamente antepone la propia individualidad particular, con su mundo de perspectivas limitadas a la perspectiva racional universal, es el núcleo de lo que algunos diagnostican hoy como «postmodernidad»”: M. KEHL, ¿Adónde va la Iglesia? Un diagnóstico de nuestro tiempo. Presencia Teológica 88 (Santander 1997) 27.

24 HENRI DE LUBAC, El drama del humanismo ateo (Madrid 2008) 10.

25 Is 45, 15.

26 Cf. Istituto Paolo VI, Notiziario n. 63, Inediti e rari di Paolo VI: Itinerario dell’uomo moderno a Dio. (Comentario de MICHAEL PAUL GALLAGHER). Ésta es la primera anotación que se encuentra en el inédito: “Dio è nascosto – Deus absconditus – cfr nella letteratura Moeller: il silenzio di Dio – perchè oggi più di ieri – si parla della morte di Dio – Dios no muere.

27 IAN G. BARBOUR, El encuentro entre ciencia y religión. ¿Rivales, desconocidas o compañeras de viaje? (Santander 2004) 238.

28 Sal 115, 1. 3.

29 Cf. Sal 115, 15.

30 Cf. Sal 115, 16.

31 Lc 9, 54.

32 Lc 9, 55.

33 Véase Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, nota a Lc 9, 55.

34 Mc 10, 45.

35 Cf. J. I. GONZÁLEZ FAUS, La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología (Santander 1984) 185-206.

36 Cf. 2 Cor 5, 15: “Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos”.

37 Cf. 2 Cor 5, 21: “Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros legáramos a ser justicia de Dios en él”. En Rm 8, 3 se expresa algo semejante: “Lo que era imposible a la ley, por cuanto que estaba debilitada a causa de la carne, lo ha hecho Dios: enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne”.

38 Cf. Gál 3, 13: “Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros maldición”.

39 Cf. 2 Cor 8, 9: “Conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza”.

40 Cf. Jn 13, 1. 3.

41 Jn 13, 1.

42 Jn 13, 4-5.

43 Jn 13, 8.

44 Lc 4, 18-19.

45 Lc 4, 21.

46 Cf. Lc 4, 33-35.

47 Cf. Lc 4, 38-39.

48 Cf. Lc 4, 40-41.

49 Cf. Lc 5, 12-14.

50 Cf. Lc 5, 17-26.

51 Cf. Lc 5, 27-32; 18, 9-14; 19, 1-16.

52 Jn 8, 3-11.

53 Cf. Lc 7, 36-50.

54 Cf. Lc 23, 39-43.

55 Lc 14, 13-14.

56 Cf. 1 Jn 4, 8.

57 Cf. Jn 3, 16.

58 Jn 6, 26.

Conferencia en Granada


Manuel Pozo Oller hablará de la "Espiritualidad del Beato Carlos de Foucauld en el Centenario de su muerte".


Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (12)

Texto mensual para reflexionar sobre el tema del Centenario “Carlos de Foucauld – al encuentro del otro”.....                                                                                      

1º de Noviembre de 2016 :



Volvemos a lo que publicamos en octubre a propósito de este famoso día del 20 de enero 1908 y seguimos con el comentario de Antoine Chatelard en su libro "El camino hacia Tamanrasset".
En el acontecimiento que evocamos, hay que darse cuenta de que los gestos más sencillos de hospitalidad cobran una dimensión imprevista. Convertido en un pobre enfermo, el marabout hace que los que vienen a salvarlo puedan oír algún día: “venid, recibid en herencia el Reino, porque tuve hambre y me disteis de comer, estuve enfermo y vinisteis a verme”. Ya no es una parábola, sino la realidad del Reino. Si pensó en esto, quizá el enfermo fue reconfortado como quería, él, que buscaba angustiado cómo traerles la salvación.

Si no pudo captar el significado pleno de lo que vivió en ese momento, le fue dado percibir al menos lo esencial. En la primera carta que escribe a su prima tras la enfermedad, el 8 de marzo de 1908, da una respuesta a la cuestión que plantean tantas vidas aparentemente inútiles, como fue la de Jesús, tanto a Nazaret como en el Calvario:

“¿Cuánto bien no hubiera hecho Jesús evangelizando al mundo durante los años oscuros de Nazaret? Sin embargo, juzgó que hacía mucho más quedándose en ese silencio… ¡Y nuestro padre (su Director espiritual: Padre Huvelin): sus cruces y el bien que su enfermedad le impide hacer...! Es que Dios estima que hace más bien estando con Jesús en la cruz. Dos líneas de San Juan de la Cruz ponen esto en plena luz”.

Y continúa citando a san Juan de la Cruz, como lo hará aún el mismo día de su muerte:

“Nuestro anonadamiento es el medio más poderoso que tenemos para unirnos a Jesús y hacer bien a las almas; es lo que san Juan de la Cruz repite casi en cada línea. Cuando se puede sufrir y amar se puede mucho, lo máximo que es posible en este mundo”

Otra frase, escrita en otro momento difícil de su vida, cuando se entrega totalmente a la obediencia, en diciembre de 1896, un mes antes de dejar la Trapa, nos transmite el mismo mensaje:

“En el momento en que Jacob está de camino, pobre, solo, cuando se acuesta en la tierra desnuda en el desierto para descansar tras un largo camino a pie, en el momento en que está en esa dolorosa situación del viajero aislado, en medio de un largo viaje en país extraño y salvaje, sin refugio, en el momento en que se halla en esta triste condición es cuando Dios le colma de favores incomparables”

No faltan en nuestras vidas esos cambios de situación que obligan a pasar a través de una muerte. Cuando el espacio vital se estrecha, cuando la situación parece desesperada, cuando nuestra competencia, nuestra entrega, nuestro celo se convierten en obstáculos, es bueno recordar una antigua enseñanza que Carlos de Foucauld actualizó y que puede llegar a ser fuente de esperanza. Los profetas enseñan que Dios interviene cuando el hombre ya no puede nada. San Pablo repite que pone su orgullo en su debilidad, porque aprendió del Señor: “mi poder da toda su medida en la debilidad (o la enfermedad)”. Oímos como un eco, decir a Carlos de Foucauld: “la debilidad de los medios humanos es causa de fuerza”, para afianzar la esperanza en el corazón mismo de nuestras fragilidades y miserias.
 

Con Carlos de Foucauld al encuentro del otro (11)

Texto mensual para reflexionar sobre el tema del Centenario “Carlos de Foucauld – al encuentro del otro”.....                                                                                      

1º de Octubre de 2016 :



La soledad de Carlos de Foucauld en el mes de enero 1908, contada como si lo contaría él según el libro de Antoine Chatelard: El camino hacia Tamanrasset:

"Es de Noche en mi corazón, es de Noche en mi cuerpo.  Casi once meses sin visita de europeos. Y el correo y es escaso.

Sin que lamente la donación de mi vida hecha el 15 de enero de 1890, día de la separación de este ser tan querido a mi alma, no, yo sé que Dios no me rechazará.

Y sin embargo, solo, estoy solo. Dura soledad. Dios está ahí, pero qué bueno sería poder hablarle a alguien, escuchar una voz amiga y fraterna…

Siento que la muerte roza mi vida, que ronda y me estrecha en su manto de dudas, de carencias, de fracaso…

Desde hace doce meses, al no tener nada más que dar, los vecinos no tienen ya necesidad de mí y ya no los veo.

Todos mis esfuerzos por acercarme a la gente me parecen vanos, los veo tan poco.

Único en mi especie, cristiano entre los musulmanes… estoy en un pozo sin fondo. Se apodera de mí la angustia mortal de la salvación de los hombres y sobre todo de aquellos con quienes deseo compartir mi vida y hasta mi último trozo de pan.

Si los religiosos y los sacerdotes no escuchan esta llamada a venir a reunirse conmigo, ¿debo pensar en los laicos? ¿Voy a morir antes de dejar una memoria escrita sobre este proyecto?

Nada, no puedo nada… todo es noche en mí, a mi alrededor… es el fracaso total de mis proyectos y hasta de mi vida. ¿Me he equivocado de camino? ¿Qué he venido a hacer aquí? ¿Qué he hecho durante estos veinte años desde mi conversión?

Sólo quería vivir para Dios, alejarme de lo que más amaba para vivir únicamente para Él. Luego dejé la dulce soledad del monasterio creyéndome investido de una misión especial para acercarme a los que creía más alejados del Dios de Jesucristo. ¿Pensaba probablemente que era más capaz que otros para vivir esta misión? Presumí de mis fuerzas.

Creía que lo más útil para la salvación del mundo era estar allí en la adoración y en la celebración de la Eucaristía y sin embargo, incluso en Navidad, sin nadie como monaguillo, no pude celebrar.

Sólo, estoy solo… ¡He elegido volver aquí por estas gentes tan indiferentes al fin y al cabo a la razón por la que estoy entre ellos!

El Santísimo Sacramento está ahí, a dos pasos de mi cama… Ni siquiera lo he retirado ¿Y si yo muero? Creía que esta Presencia irradiaría y en este momento, sobre mi cama, esto tiene tan poca importancia…

Soledad, soledad… Me hundo en la noche.

He deseado tanto el encuentro y me aferro ahora a lo poco de vida que me queda… No puedo morir sin alguien que tome el relevo… Nunca he tenido tanta razón de vivir…

HAN VENIDO… En plena sequía y miseria, han buscado en cuatro kilómetros a la redonda y han encontrado leche de cabra para salvarme la vida…

“Qué buenos han sido para mí”, se me abre entonces un espacio de evangelio aún desconocido”.

-oOo-

En efecto, Charles quería ser pobre para imitar a Jesús que se hizo pobre… ¿Y quién de los vecinos ha podido ver a un pobre? Vestirse mal, alimentarse mal no tiene nada que ver con la pobreza. Su casa está llena de cosas para distribuir… Los marabúes de la región reciben regalos de sus discípulos, pero él es un marabú que da sin recibir… Él decía: “no aceptar nada excepto si es indispensable hacerlo y si se trata de cosas de poca importancia”, pero cómo compartir la vida sin estar dispuesto a aceptar algo de la gente entre las que vivía…

Él quería ser pequeño y abordable, pero debe aceptar la distancia de la diferencia de la gente de la que quiere ser cercano. Llegó a la región con los militares franceses y aunque se haya despojado de las armas y del uniforme, continúa representando a la administración. Vino como portador de la civilización y de la fe, con gran saber y experiencia… Programó el desarrollo económico y la instrucción para el progreso.

Probablemente no pensó con anterioridad descubrir hombres de otra cultura y religión. Su trabajo de la lengua tuareg empieza a ponerle a la escucha de esta nueva civilización que tiene una fe diferente a la suya, pero él está siempre en la perspectiva de transmitir…

En ese 20 de enero de 1908, en su refugio de 8 metros por 1,75, está clavado en su lecho y no tiene nada y no puede nada. Es justamente en aquel momento en el que está reducido a una total impotencia cuando va a tener la experiencia de dejarse salvar por sus vecinos…

Vive una experiencia de resurrección y así comenzará a vivir una nueva relación con esos hombres que van a convertirse en sus amigos.

Carlos de Foucauld, un profeta para nuestro tiempo

Las grandes intuiciones de su vida siguen siendo inspiradoras para anunciar el evangelio de Jesús en la coyuntura actual.

                    Charla de Antonio Sicilia en Málaga (15 de Septiembre de 2016)

INTRODUCCIÓN:

Estamos conmemorando este año el centenario de la pascua del hermano Carlos de Foucauld. Ha transcurrido un siglo desde la tarde de aquel primero de diciembre de 1916 que vio caer en las arenas del Sahara argelino el cuerpo, herido de muerte por una bala nerviosa, del aquel que quiso ser y vivir como Hermano Universal.

El grano de trigo que cayó en la tierra ha fructificado. Desde entonces y hasta ahora, a pesar del aparente fracaso de aquella vida ofrecida y compartida en el servicio a poblaciones árabes en la inmensidad del Sáhara, ha ido provocando y suscitando en la Iglesia  multitud de iniciativas de hombres y mujeres que eligen vivir su relación con Dios y con los demás inspirados en Nazaret, el carisma espiritual de Carlos de Foucauld. 

Las grandes intuiciones y propuestas que brotan de su vida y su trabajo misionero siguen siendo inspiradoras y muy adecuadas para anunciar el evangelio de Jesús de Nazaret en esta coyuntura del mundo y de la Iglesia. En distintas ocasiones, el Papa Francisco ha citado de manera explícita la figura de Foucauld. En la víspera de la apertura del Sínodo de la Familia dijo textualmente: “Charles de Foucauld, contemplando a la Familia de Nazaret, entendió que no se crece en el amor de Dios evitando la servidumbre de las relaciones humanas, porque amando a los otros es como se aprende a amar a Dios; inclinándose al prójimo es como nos elevamos hacia Dios. A través de la cercanía fraterna y solidaria a los más pobres y abandonados entendió que, a fin de cuentas, son precisamente ellos los que nos evangelizan, ayudándonos a crecer en humanidad.

1. Como punto de partida quiero resaltar algo que me parece muy importante para una Iglesia que quiere anunciar el evangelio de Jesús. Se trata de un convencimiento y una experiencia que el Hno. Carlos vivió y expresó de mil maneras en sus escritos: Para que el evangelio pueda ser acogido en ambientes musulmanes se necesita un trabajo de desbroce y preparación, de pre-evangelización. En Tamanrasset 1908 escribe al P. Caron: “La obra a hacer aquí, como con todos los musulmanes es acercarse a ellos, tomar contacto, ligar amistades, hacer caer, por las relaciones diarias y amistosas, sus prevenciones contra nosotros; y modificar sus ideas por medio de la conversación y el ejemplo de nuestra vida”

A propósito de esto, quiero compartiros mi asombro y mi tristeza cuando, al regresar de Guatemala, donde viví otro modelo de Iglesia, fui percibiendo el descrédito y el rechazo social expresado, con tonos de desprecio y hasta de burla, hacia lo que se entiende por “la Iglesia” en España. Yo me preguntaba y me pregunto hoy: ¿Cómo se puede evangelizar con ese déficit de credibilidad?
Sondeo rápido: Valorar de 1 a 10 el nivel de confianza y credibilidad que tiene “la Iglesia” en los ambientes en que nos movemos.

Carlos de Foucauld nos diría a todos, obispos, curas y laicos, que así no es posible evangelizar y nos aconsejaría un cambio: “Gritad el evangelio con toda la vida. Haced de vuestras vidas un grito que despierte e interrogue”. 

No es mi intención hablar de la vida de Carlos De Foucauld ni de su espiritualidad. Pretendo, simplemente, señalar unas luces o llamadas  que brotan desde su experiencia de monje-misionero y que, en mi experiencia personal, han sido y son muy significativas e inspiradoras. Os las comparto porque, según mi opinión muy personal, pueden servirnos hoy en la Iglesia para anunciar el evangelio del Reino de Dios en nuestra sociedad.

Son llamadas proféticas, que miran la realidad con ojos esperanzados y nos hacen apostar por un futuro nuevo. Son intuiciones nacidas al calor de su amor apasionado por Jesús, de sus largas horas de trato íntimo con Él y del conocimiento real de las personas sencillas con quienes convivió y a las que sirvió. Las interpreto como llamadas de atención a  tener en cuenta. Llamadas que nos convocan a una mayor fidelidad al evangelio, a cambiar nuestro estilo de vida y caminar hacia otro modelo de Iglesia y de evangelización.

2. ¿Cuáles son las llamadas proféticas que Carlos de Foucauld hace a la Iglesia de hoy para anunciar el evangelio del Reino en esta  sociedad laica y post-cristiana, marcada por el capitalismo neoliberal?

Entiendo que  estas llamadas van dirigidas a todos los miembros de  la Iglesia, pero, en modelo de Iglesia tan clerical, pueden ser más exigentes y comprometedoras para la llamada “jerarquía” que para los laicos, esa porción mayoritaria del Pueblo de Dios a quienes se quiere asignar el papel de ver, oír, obedecer y callar.

2.1. Primera llamada:  “Por causa de Jesús y el evangelio, vayamos a NAZARET” . Bajar. 

Carlos de Foucauld, el 6 de marzo del 1916, en Tamanraset, 9 meses antes de su martirio, meditaba el texto evangélico donde dice “y descendió con ellos y vino a Nazaret y les estaba sujeto…” y escribió: “Descendió: toda su vida no hizo más que descender; descender al encarnarse, descender haciéndose niño pequeño, descender obedeciendo, descender haciéndose pobre, abandonado, exiliado, perseguido, ajusticiado, poniéndose siempre en el último lugar: “Cuando os inviten a un banquete, poneos siempre en el último lugar”, es lo que hizo Él desde su entrada en el banquete de la vida hasta su muerte. Vino a Nazaret, el lugar de la vida escondida, de la vida ordinaria, de la vida de familia, de oración, de trabajo, de oscuridad, de virtudes silenciosas, practicadas sin más testigos que Dios, sus prójimos, sus vecinos, testigos de esa vida santa, humilde, bienhechora, oscura, que es la que la mayor parte de los humanos y de la que dio ejemplo durante treinta años”.
Bajar y hacerse hermano, vivir como uno más, cercano, amigo, compartiendo la vida sencilla y laboriosa de los pobres en el pueblo, como Jesús en Nazaret, serán los criterios que le guiarán en su aventura espiritual y misionera. El Hno. Carlos  tiene muy clara la necesidad de preparar el terreno antes de anunciar el evangelio de Jesús entre las poblaciones musulmanas, pero ¿solamente allá? Esto mismo sirve para Francia: “Hay que ser misionero en Francia, como se es en país infiel, y eso es tarea de todos, clérigos y laicos, hombres y mujeres”.

¿Nos servirá también para España en este momento? ¿Somos país de misión?

Nazaret  sería para toda la Iglesia, entre otras muchas cosas:
Tiempo de aprender a escuchar a Dios que nos sale al paso, nos habla y nos llama escondido en la profundidad de nuestra vida, de la vida de cada persona y de la historia. Discernimiento personal y comunitario: Revisón de Vida.

Una llamada urgente a humanizarnos. En la escuela de Nazaret aprendemos el valor divino de todo lo humano, a crecer y madurar como seres humanos, de carne y hueso, (no fantasmas) a la manera de Jesús. “Jesús fue tan humano como sólo Dios puede serlo” (Boff).

Una llamada a bajar. Saltar el muro del templo para bajar a la calle. Bajar del púlpito o de la sede. Bajar y hacerse pueblo, bajar y hacerse pobre, bajar y hacerse amigo. Rom. “No seais orgullosos, sino poneos al nivel de la gente humilde”. Conocer la vida desde ese nivel. No se evangeliza desde arriba. “Pastores con olor a oveja”
Sentirnos y ejercer como ciudadanos. No un separado, casta aparte. No ver el mundo como un enemigo ni huir de él; tampoco pretender vivir en un mundo paralelo desde donde juzgar y condenar, sino sentirnos pueblo, conmovernos, participar de las alegrías, problemas, sufrimientos, luchas y esperanzas del pueblo llano. "Separarse para no ensuciarse con los otros es la suciedad más grande" (L. Tolstoj).

Llamada a vivir con todos relaciones de igualdad, de amistad fraterna y gratuita. La estructura piramidal no es evangélica y ya no se acepta en una sociedad democrática. No es estructura de diálogo y de comunión fraterna. Necesitamos hacernos humildes, cercanos, sensibles, abordables, hablar el lenguaje de la gente sencilla. Bajar del púlpito y de la cátedra: ni padres ni maestros, ni jefes ni jueces desde arriba. Aprender a compartir, a dar y recibir, a enseñar y aprender, a hablar y escuchar. Nazaret es estar abiertos a dejarnos evangelizar por los pobres.

Nazaret es evangelizar con la propia vida. “Toda nuestra existencia, todo nuestro ser debe gritar el evangelio sobre los tejados. Toda nuestra persona debe respirar a Jesús. Todos nuestros actos y toda nuestra vida deben gritar que somos de Jesús, deben presentar la imagen de la vida evangélica. Todo nuestro ser debe ser predicación viva, reflejo de Jesús, perfume de Jesús, algo que grite a Jesús, muestre a Jesús, que brille como una imagen de Jesús”. Ser antes que el hacer, vivir antes que hablar. 
Si Carlos de Foucauld nos habla de Bajar, el Papa Francisco está llamando continuamente a Salir y no a cualquier sitio sino “ a las periferias existenciales”:
“Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo […] prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”.
Francisco en viaje a Polonia, en Czestokova, la misión de la Iglesia: …"escuchar, comprometernos y hacernos cercanos, compartiendo las alegrías y las fatigas de la gente, de manera que se transmita el Evangelio de la manera más coherente y que produce mayor fruto: por irradiación positiva, a través de la transparencia de vida".

2.2  Segunda llamada: “Volvamos al evangelio”. Los últimos,  primero

El 30 de junio de 1909 Carlos de Foucauld escribe al P. Caron : ”…Volvamos al evangelio. Si no vivimos el evangelio, Jesús no vivirá en nosotros. Volvamos a la pobreza, a la sencillez cristiana… El peligro está en nosotros y no en nuestros enemigos… Volver al evangelio es el remedio”.
Cardenal Cañizares en la consagración del obispo auxiliar: “Desde la fe, el obispo vive el drama de nuestro tiempo: la caída del sentido de Dios en la vida de los hombres… En medio de la noche oscura del ateísmo colectivo de nuestro tiempo, el obispo señala con su vida y su palabra…” ¿Tendremos nosotros alguna responsabilidad?

Vivimos en un mundo marcado por la más escandalosa desigualdad e injusticia.
Algunos datos para ilustrar:1% de la humanidad, tienen más riqueza que el 99% restantes. La brecha entre ricos y pobres es cada vez más profunda. Pobreza en España: El último informe de Cáritas afirma que en España hay ahora mismo 28% de la población  una tercera parte de los españoles está “en riesgo de pobreza y exclusión social”. Más de 3 millones están ya en situación extrema. Casi 800 mil hogares no tienen ingresos y un millón de personas están en riesgo de exclusión social muy severa. El 15% de los trabajadores son pobres debido a la precarización de las condiciones laborales.. España 2º de Europa en pobreza infantil y desigualdad.
Desigualdad: España el segundo de Europa donde más creció desde la crisis.  10% más rico gana 14 veces más que el 10% más pobre., y posee ingresos equivalentes a la mitad de la población. El año pasado el número de ricos ha aumentado el 40%,15.000 ricos más. Sube el número de ricos un 50% desde el comienzo de la crisis. España el país europeo donde más aumentó el número de ricos en 2015.  (Cañizares: "El drama de nuestro tiempo: la caída del sentido de Dios en la vida de los hombres”)

En una de sus meditaciones el Hno. Carlos escribe: “Debemos amar a todos los hombres, pero debemos inclinarnos más aún ante aquellos a los que el mundo olvida, desprecia y margina: los pobres, los pequeños, los sufrientes. Movido por su amor a Jesús y queriendo imitarle, decide ponerse en camino para ir como Jesús al último lugar y compartir su vida con los últimos. “Creo que no hay una frase del evangelio que me haya causado una impresión más profunda  y haya trasformado más mi vida que esta: "todo lo que hagáis a uno de estos pequeños, a mi me lo hacéis". 

Quiere parecerse a los pobres, compartir sus condiciones de vida, vivir pobre entre los pobres. “No despreciemos a los pobres, a los pequeños, a los obreros…en lugar de desdeñarlos admirémosles, envidiémosles, y que nuestra admiración y envidia sean fructíferas y nos lleven a imitarles…no dejemos de ser pobres en todo, hermanos de los pobres, compañeros de los pobres, seamos los más pobres de los pobres y rodeémonos de ellos”.
“Volver al evangelio” supone conectar con el corazón misericordioso de Dios y poner a los pobres, en el centro de la vida y las preocupaciones de la Iglesia.  En esta situación injusta donde hay primeros y últimos, Dios opta por ponerse de parte de los últimos, defender a los últimos, hacer justicia a los pobres y las víctimas. (Línea trasversal de toda la Biblia: Éxodo y los profetas y Jesús de Nazaret). “Los últimos serán los primeros” repetía muchas veces Jesús y ese debe ser nuestro empeño y nuestro estilo personal y eclesial.

Papa Francisco: “No se entiende que el amor a los pobres está al centro del Evangelio”. Nuevo dicasterio en el Vaticano al servicio del desarrollo integral de los hombres. Santiago Agrelo: “Fuera del pobre no hay salvación”

¿Cómo estamos reaccionando en la Iglesia ante el hambre y las necesidades básicas de las personas y familias en situación de pobreza y exclusión social? Cáritas, trabajo necesario y encomiable en su trabajo humanitario y en sus informes-denuncia. Teresa de Calcuta un modelo de entrega a los últimos. Está bien compartir, ayudar, servir, enjugar las lágrimas… Pero hoy sabemos bien que no basta la ayuda humanitaria. El papa Francisco lo sabe: ”No se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de contención que tranquilicen únicamente y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos”

La pobreza no es voluntad de Dios, ni  consecuencia de la mala vida de las personas ni cuestión de una mala suerte. La pobreza tiene sus causas: Personales y Estructurales. Este sistema económico y político es el que está globalizando la pobreza y la desigualdad, es una maquinaria pensada y engrasada para enriquecer a unos pocos arriesgando la vida de la mayoría y de nuestra casa común. Los santos, teólogos, obispos y laicos y comunidades que apuntan a la raíz de la pobreza y se ponen del lado de los pobres son cuestionados, cuando no condenados, dentro de la misma Iglesia:  Helder Cámara: “Si doy de comer a los pobres me llaman santo, si pregunto por qué son pobres me llaman comunista” . Oscar Romero, Pedro Casaldáliga …

Papa denuncia la raíz de la pobreza: "el problema es un sistema que sigue negándoles a miles de millones de hermanos los más elementales derechos económicos, sociales y culturales” “Este sistema ya no se aguanta. Tenemos que cambiarlo, tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro…”
¿Se percibe en nuestra sociedad que la Iglesia española está del lado de los pobres? En la Iglesia hay personas y comunidades cristianas que tienen muy clara su opción por los pobres y los golpeados por este sistema, pero creo que la gente sencilla de nuestro pueblo no tiene la impresión de que “la Iglesia” es pobre, está del lado de los pobres y los últimos, apoyando sus demandas y defendiendo sus derechos.
¿A dónde nos llevaría la solidaridad efectiva de la Iglesia con los pobres? Volver al evangelio nos exige conversión personal y eclesial, entrar en proceso de bajada y “empobrecimiento” guiados por la Persona y proyecto liberador de Jesús de Nazaret. Urge la presencia de laicos que sean, luz, levadura y sal en los distintos ambientes de la actividad humana, en medio de la sociedad. Aunque los laicos pueden y deben participar al interior de la Iglesia, el lugar de los laicos no es tanto la sacristía y los salones parroquiales, sino la evangelización y la trasformación de la sociedad por los valores del Reino de Dios. La Iglesia no puede vivir centrada en sí misma, sino debe estar al servicio del Reino. En este tema  nos estamos jugamos nuestra credibilidad.

2.3. Tercera llamada: No tenemos derecho a ser centinelas dormidos, perros mudos, pastores indiferentes.  Alzar la voz en defensa de “los ninguneados y silenciados”

Sabemos bien que todo lo legal no es justo, y que  la justicia nos exige mucho más allá de lo legal. Pero “lo legal” es una buena coartada para los prudentes y los cobardes. Jesús nos dejó un criterio claro y contundente: El bien de la persona está por encima de la ley. “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”. La solidaridad con los últimos nos debe llevar a saltar las barreras de la “legalidad hipócrita” que protege siempre los privilegios de los poderosos y niega o burla los derechos fundamentales de toda persona. Santiago Agrelo: “No tienen papeles, pero tienen hambre”

Al llegar a Beni-Abbés la situación de los esclavos golpea el corazón de Foucauld y su reacción es de indignación: “Es de una inmoralidad vergonzosa ver jóvenes robados hace cuatro o cinco años a sus familias en Sudán, ser mantenidos a la fuerza aquí por sus dueños y por la autoridad francesa, cómplice de esos raptos (…) Ninguna razón económica ni política puede permitir la existencia de tal inmoralidad e injusticia”
No puede callar ante esa situación tolerada y amparada en la costumbre. Informa a Mons. Guerin en 1902 sobre su manera de ver el problema de los esclavos “Me creo obligado por la palabra de Jesús <haz a otro lo que quisieras que te hiciesen> a hacer lo que pueda por estas pobres almas, que son mis hijos, y mucho más los suyos…” . El Obispo Guerin le contesta con energía: “… desconfíe de su celo, sea muy prudente, ponga sus tristezas a los pies de Jesús…Hay que tener muy en cuenta las circunstancias de las personas y de los lugares donde nos encontramos…“ A los pocos días le contesta el Hno. Carlos: agradeciéndole lo que le propone, pero insiste en que, además de consolar, hay que alzar la voz y denunciar porque no tenemos derecho a ser centinelas dormidos… “Obedeceré punto por punto la línea de conducta que me traza usted… lo que no me impide lamentar que los representantes de Jesús se contenten con defender” al oído” (y no “sobre los tejados”) una causa que es la de la justicia y la caridad”

El día 23 del mes pasado, el Papa Francisco, con ocasión de la Jornada internacional de la trata de esclavos y su abolición y dijo: "La trata de seres humanos, de órganos, el trabajo forzado y la prostitución son esclavitudes modernas y crímenes contra la humanidad". Condenó este terrible fenómeno que flagela a la humanidad, ya que la esclavitud no es cosa del pasado; las nuevas formas de esclavitud afectan a más de 21 millones de personas, “ una llaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea, una llaga en la carne de Cristo”.
Preguntar : ¿Situaciones actuales de esclavitud?:
Víctimas de mafias de todo tipo. Trata de seres humanos; personas obligadas a prostituirse; niños abusados laboral o sexualmente; mujeres víctimas de violencias machistas; encarcelados; trabajos en condiciones inhumanas (inmigrantes campo); imposición de condiciones laborales injustas y abusivas,  legales o ilegales;  condiciones de vida miserables e indignas que niegan los derechos fundamentales; familias donde no entra ningún salario ni subsidio; personas en situación de calle; personas sin acceso a educación, salud, vivienda… atrapados en legalismos que les niegan el derecho fundamental a ser y vivir como personas humanas y les excluyen de la sociedad.
Los modernos esclavos son los “desnudos”  en los que Jesús nos sale al encuentro. Los desnudos carecen de protección, están indefensos, desarmados, despojados de sus derechos, excluidos, a merced de la violencia ajena, disponibles para ser utilizados, comprados y vendidos en el mercado, laboral,  social, sexual. Los inmigrantes y refugiados rechazados y considerados como invasores de quienes hay que defenderse como sea. Sabemos bien el mismo Jesús está llegando a nosotros en los extranjeros que están llegando por miles a las puertas de Europa. Los Inmigrantes y los refugiados, unos y otros víctimas de distinta manera del mismo sistema depredador, que excluye y mata.
Papa Francisco (oct. del 2013 por ahogados en lampedusa),“ sólo me viene la palabra vergüenza, es una vergüenza”. Hace unos meses al recibir el premio Carlo Magno: ¿Qué te ha sucedido Europa, humanista, defensora de los Derechos Humanos, de la democracia y la libertad?
¿Qué podemos hacer? Francisco: “Los cristianos tenemos una guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario: Lean las Bienaventuranza y el relato del juicio final” . (E. Mounier): «Solo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esta es verdaderamente la revolución».

“La indiferencia (y el silencio) nos hace cómplices” Nos escandaliza a muchos en la Iglesia el silencio de la “Jerarquía” en España  ante el cúmulo de sufrimientos de las clases populares en estos años de crisis, de recortes, de abusos, desahucios y pérdida de derechos y libertades. Tampoco se ha destacado la Iglesia en la denuncia de las políticas migratorias y de asilo que violan sistemáticamente los derechos de los inmigrantes y refugiados, del trato inhumano en las fronteras.¿Quiénes los defienden? ¿Está la Iglesia en primera fila? Obsesionados por sus “monotemas de toda la vida”. Toda vida es sagrada antes y después de su concerpción. ¿Por qué tanto silencio ante tanto sufrimiento injusto?¿Es desconocimiento, es insensibilidad, es miedo a perder privilegios…?  Levantan la voz en nombre de la moral y por la defensa de “sus derechos o privilegios”, “cuelan el mosquito y se tragan el camello”,  les cuesta reaccionar y levantar la voz para defender lo más importante: La justicia y la misericordia.

Por otra parte, es triste y preocupante la resistencia, el vacío y la guerra sorda que se está dando al interior de la Iglesia contra la figura profética del papa Francisco que sí levanta la voz y está tratando de promover una renovación evangélica de la Iglesia. También tenemos que alzar la voz al interior de nuestra Iglesia.

¿En donde están los profetas? Profetas los hay en oriente y occidente, en el norte y el sur, en todos los pueblos, razas, religiones, culturas y lenguas. El Espíritu de Dios trabaja en nosotros, con y sin nosotros. Todos llamados, a alzar la voz y gritar también con nuestra vidas, nuestros gestos solidarios, y nuestras luchas compartidas por la dignidad y los derechos de toda persona humana, sin exclusiones ni discriminaciones. Nos jugamos en esto la credibilidad.

2.4. Cuarta llamada: Saltar las barreras sociales, culturales y religiosas para ser amigos y hermanos universales.  “El otro es mi hermano”

Estamos viviendo en Europa tiempos muy difíciles y oscuros. Actitudes crecientes en Europa: Crece el racismo, la xenofobia, Homofobia, el rechazo al diferente, el miedo al otro, la intolerancia,. Se fortalecen los fundamentalismos de todo tipo: económicos, políticos, religiosos, culturales. Al  Yihadismo se responde con Islamofobia,. Crece el fanatismo, el rechazo y la intolerancia. …. “El otro” es una amenaza, un  competidos, un enemigo”. Políticas de rechazo al extranjero, al inmigrante y refugiado, prejuicios que dificultan la convivencia y las relaciones humanas. Refuerzo de los nacionalismos excluyentes. Asegurar las fronteras La solidaridad va perdiendo terreno ante el “sálvese quien pueda”. La diversidad es una amenaza más que una riqueza.; Muy lejos de sentirnos ciudadanos del mundo.
El Hno. Carlos convive sin prejuicios con los musulmanes, reconoce sus valores, aprende su lengua y le ayuda con sus trabajo lingüísticos, se abre y se integra en su mundo cultural, se identifica con el pueblo tuareg y participa en su lucha diaria por sobrevivir en su pobreza.  Está preocupado por ofrecerles el evangelio, pero respeta los tiempos. Mientras tanto, les ofrece el testimonio de su amistad gratuita y de su acogida fraterna a todos: “Quiero acostumbrar a todos los habitantes, cristianos,  musulmanes , judíos e idólatras, a mirarme como su hermano- el hermano universal-….Comienzan a llamar a la casa “la fraternidad” (la jaua en árabe), y eso me resulta agradable.  Entiende su misión como un estar entre ellos con actitud de hermano y no estar obsesionado con su conversión: “Yo no estoy aquí para convertir a los tuareg, sino para tratar de comprenderlos…”

En Beni-Abbés, 1902, redacta un directorio y reglamento para los Hermanitos del Sagrado Corazón. Insiste en el carácter universal de su vocación:“(Los hermanitos del Sgdo. Corazón) …No harán en manera alguna acepción de personas. Que su universal y fraternal caridad brille como un faro; que en mucha distancia a la redonda, nadie ignore, aún pecador o infiel, que ellos son los amigos universales, los hermanos universales… que su fraternidad es un puerto, un refugio, en donde todo ser humano, sobre todo si es pobre o desgraciado, es siempre fraternalmente invitado, deseado y recibido a cualquier hora”.( n. 97)

Actualmente se está produciendo en todo el mundo un aumento creciente de conservadurismo a todos los niveles, de fenómenos fundamentalistas y todo tipo de discriminaciones. “El otro” nos inquieta, nos provoca miedo e inseguridad. De eso miedos “al otro” nacen y se alimentan los fundamentalismos de todo tipo: ideológicos, económicos, políticos, religiosos, raciales… con los que nos defendemos y aseguramos frente a los nuevos retos. No queremos que “la Iglesia” caiga en la tentación de ningún fundamentalismo, creyéndose poseedora en exclusiva de la verdad, parapetándose en una doctrina inamovible y moral inmisericorde, y lanzando desde la torre condenas a quienes no acepten sus leyes y su moral. No es esa la tarea que Jesús vivió y nos encomendó continuar.

Francisco: “Trabajemos por construir una cultura del encuentro”. “Somos relación, estamos relacionados”. Casaldáliga: “Todo es relativo menos Dios y el hambre.” . Mundo plural y se impone el diálogo, respeto y acogida de la diferencia. Nadie, ni tampoco una religión, tiene el monopolio de la verdad.
Como personas y como Iglesia estamos convocados por el Espíritu de Jesús a ir haciendo ese aprendizaje del amor fraternal al estilo de Jesús, capaz de saltar fronteras psicológicas, sociológicas, ideológicas, raciales, religiosas, culturales... y de ser un referente ético y moral que ayude a construir una sociedad más justa, reconciliada y fraterna. El valor y la dignidad de las personas están por encima de las etiquetas.
El testimonio de Carlos de Foucauld  nos estimula y ayuda en el esfuerzo permanente de mirar al “otro”, a todo otro,  como un hermano, a acogerlo, respetarlo y amarlo como es, sin excluir ni discriminar a ninguno por ningún motivo. Unidad no es uniformidad. Este estilo fraternal tiene su raíz en el amor universal, sin fronteras ni exclusiones, del Dios de Jesús. El evangelio del Reino de Dios, sembrado en el corazón de todas las culturas y religiones el punto de encuentro para un dialogo y una acción coordinada en favor de ese mundo necesario y posible que todos soñamos.

A.López Baeza, en su libro “Ojos nuevos para un mundo nuevo” nos comparte su convencimiento: “Los graves problemas del momento presente no tienen solución si no prospera más el diálogo entre las religiones de la tierra, basado en lo que es común a todas ellas: la experiencia mística”.
Pienso yo que estas  llamadas que nos hace el Hno Carlos a la Iglesia de hoy no son nuevas. Saben a evangelio. El proceso de cambio ya está abierto en muchas personas y comunidades, pero todavía queda mucho por hacer hasta llegar a configurar un estilo de la Iglesia en España. Es responsabilidad de todas y de todos mostrar con nuestra vida el rostro de una Iglesia más creíble, pobre, humilde, cercana a los pobres, solidaria y profética. Más samaritana. 
¿Seremos capaces de escuchar a Dios que nos habla en el alejamiento, la crítica y el rechazo de la parte más sufriente de nuestra sociedad?