Cuarenta días con los últimos

Como en años anteriores aconsejamos esta campaña de cuaresma de los Marianistas.                                                                 

La campaña va en relación con el objetivo "Todo para todos", "Cuidamos del mundo" que busca trabajar la educación para la justicia, la paz y la integridad de la creación.

Se trata de una ética del cuidado del mundo. El cuidado mutuo basado en el reconocimiento de la dignidad humana. Todos necesitamos cuidar y ser cuidados, que es la plasmación de amar y ser amados. Es el camino en la construcción de una nueva sociedad orientada por los procesos de humanización. Y para todos es revivir que el camino de la Pascua trae un mensaje de salvación: el Reino de Dios.

Este año se centra en la imagen. Necesitamos aprender a mirar de otra manera. Una mirada que se aproxima a la realidad, que la acaricia, para que nos conmueva y nos mueva a la conversión.  
  • Convertir la mirada para profundizar en la gravedad de las situaciones que aparecen y en sus causas.
  • Convertir la manera de pensar, las actitudes y hasta la manera de rezar y celebrar.
  • Convertir el comportamiento. Actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.
Enlace a la página de la campaña:

La oración (Carlos de Foucauld)


“De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario, y allí se puso a hacer oración”  Mc. 1, 35                           

Hagamos como nuestro Señor: levantémonos de madrugada, cuando todo está en calma a nuestro alrededor, cuando el silencio, las tinieblas, las sombras envuelven todavía la tierra y a los hombres, y en medio de este recogimiento universal, de este sopor en que todo está sumergido, levantémonos, velemos para Dios.

Elevemos hacía El nuestros corazones y nuestras manos, derramemos nuestras almas a sus pies, y a esta hora en que la intimidad es tan secreta y suave, estemos a sus rodillas y gocemos íntimamente con nuestro Creador.

¡Qué bueno es Él al permitirnos estar a sus pies cuando todo duerme; qué bueno es al conceder a esta pobre criatura esta intimidad con su soberana Majestad, con su inefable Belleza!

¡Alegrémonos con toda nuestra alma de momento tan afortunado, de un favor que excede todas las palabras, de un favor del que ni los santos ni los ángeles son dignos!

Durante toda nuestra vida, hagamos cada día esto, de lo que nuestro Señor nos da aquí el ejemplo y que es el gozo de los gozos, una felicidad divina; levantémonos de madrugada, cuando todo duerme en la sombra y el silencio; comencemos al mismo tiempo nuestra jornada y nuestra oración y pasemos, antes del día y del comienzo del trabajo, largas horas orando a los pies de Dios.

Adelantémonos a nuestros santos compañeros y busquemos, no solamente orar una parte de la noche, antes de nacer el día, sino orar solos, ignorados de todos, en completa soledad, como nuestro Señor.

Si nos ha sido recomendada por Él la oración en común, también nos recomienda la oración solitaria y secreta, y nos da ejemplo. Sigamos los dos preceptos y los dos ejemplos.


(Meditaciones sobre el Evangelio, EE, pp 30)